LA SENCILLEZ PUERIL

             La sencillez pueril

   Las niñas de la ciudad viajaron hacia el pueblo a pasar las vacaciones veraniegas con sus respectivas abuelas.
     Un cambio de aires, hacia una atmósfera limpia y natural desde el punto de vista medioambiental, al medio rural, donde el agua potable procede de las fuentes.
     Una de las tareas diarias es quedar con las amigas para ir a por agua con el botijo, 
-agua fresquita que se bebe de un chorrito que cae por el aire, (igual que se bebe de un porrón). En estas cortas edades es toda una aventurilla un paseo tan cortito, cualquier planta ya sea flor, cardo, cereal es un acontecimiento, que decir tiene ya de los insectos: hormigas, zapateros naranjas con rayas, escarabajos, mariposas, saltamontes, mantis religiosas, abejorros, avispas en el agua, molestos mosquitos, o bien lo difícil o raro de ver algún pececillo en río o arroyo.
     Observando los animales domésticos y callejeros, los perros fieles seguidores de sus amos, así como los que callejean sin dueño, los gatos caseros pero independientes, juguetones y esquivos.
     Subir y bajar unas cuestas, pisar sobre tierra, piedras, arena, hierba y volver por el atajo del camino en un sendero estrecho rodeado de almendros, cuyas hojas acarician ¡o ten dan un zarpazo!, caminando en fila india.
     Entran y salen de casa con la facilidad de no haber escalones ni escaleras, con la tranquilidad de la buenas gentes que allí habitan.